El Callao es un pueblo minero en la vía que va de Ciudad Bolivar y Puerto Ordaz a Santa Elena de Uairen.
El Callao fue un pueblo que comenzó a formarse en los años cuarentas de pasado siglo XX y comenzó como un campamento de mineros.
En el lugar, antes de eso no había nada, ninguna persona vivía ahí.
Había grupos de mineros dispersos por esa zona, mezclas de afroantillanos, tanto anglófonos como francófonos, criollos e indígenas de la región, así que curiosamente se hablan dialectos incompresibles de un lugar a otro, dada la mezcla de idiomas.
Como fuera se entendían a la hora de vender su oro.
Hubo una persona que con frecuencia iba a vender su oro y despertó la curiosidad de los otros mineros.
Estos por más que insistieron, no pudieron hacer que aquel hombre les dijera donde tenía su mina.
Siempre se mantenía muy callado, aun cuando bebía, lo que hacían cada vez que tenían dinero.
Fuera como fuese; de alguna manera lo supieron y de inmediato invadieron el lugar llenándolo de campamentos.
Luego, cuando le preguntaban de donde eran, ellos decían de la mina del callado, y lo simplificaron a El Callao.
Cuentan los viejos, que antes que asfaltaran las calles del pueblo, cuando llovía fuerte (lo que es común por allá), se conseguían en el suelo recién lavado por la lluvia, pepitas de oro.
En el lugar, antes de eso no había nada, ninguna persona vivía ahí.
Había grupos de mineros dispersos por esa zona, mezclas de afroantillanos, tanto anglófonos como francófonos, criollos e indígenas de la región, así que curiosamente se hablan dialectos incompresibles de un lugar a otro, dada la mezcla de idiomas.
Como fuera se entendían a la hora de vender su oro.
Hubo una persona que con frecuencia iba a vender su oro y despertó la curiosidad de los otros mineros.
Estos por más que insistieron, no pudieron hacer que aquel hombre les dijera donde tenía su mina.
Siempre se mantenía muy callado, aun cuando bebía, lo que hacían cada vez que tenían dinero.
Fuera como fuese; de alguna manera lo supieron y de inmediato invadieron el lugar llenándolo de campamentos.
Luego, cuando le preguntaban de donde eran, ellos decían de la mina del callado, y lo simplificaron a El Callao.
Cuentan los viejos, que antes que asfaltaran las calles del pueblo, cuando llovía fuerte (lo que es común por allá), se conseguían en el suelo recién lavado por la lluvia, pepitas de oro.
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